Epojé a la Ataraxia del Orden
Dios nos mira y espera la mejor respuesta de nosotros.
Prof. Gerardo
Vásquez
No son, el uso destructivo de la
energía nuclear, la crueldad humana ni la ambición de poder, las probables
causas de la extinción humana, sino la explosión informativa, confluencia alimentaria
energética, de estímulo para las decisiones en los diversos procesos de
selección de los individuos y los grupos sociales. La información es el
verdadero flujo de energía de la psiquis humana determinante de la conducta, la
cual no se corresponde, con la capacidad de procesamiento y determinación de
los hechos objetivos necesarios para analizar y evaluar la realidad, aspecto
este necesario, para poder responder conductualmente de manera acertada y
eficiente.
La entelequia de un ser creador
del universo y la vida, que observa nuestro comportamiento sobre la posibilidad
de elegir entre el bien y el mal, hoy se abre como una pantalla frente a
nosotros, mostrando un holograma donde podemos ver, escuchar y conocer, la
situación vivida por cada ser y su realidad, de forma de apreciar las
condiciones existenciales de cada ser vivo, cada grupo social, cada intercambio
y relaciones que producen consecuencias. Un breve ejemplo nos permitiría ver,
una pareja besándose, mientras corren ante el fuego de ataque enemigo unos
soldados ucranianos, al tiempo viendo el momento de la decisión del piloto que
despliega la bomba termobárica en Kiev, junto con el baile de Maduro para
celebrar el cumpleaños de la nieta de su esposa Cilia; la reunión de un empresario
Chino para resguardar una inversión en Inglaterra y la decisión de los
parlamentarios de USA sobre la política exterior, mientras Biden, piensa como
compartir con su grupo familiar, junto al chute del balón de un jugador del PSG
en la liga de campeones, así como la protesta contra la agresión de Rusia a
Ucrania en el tijerázo de valencia, a los integrantes del ELN en una reunión
militar con las FANB, y hasta el rostro con el soplido de un cumpleañero
apagando la vela de una torta. La
diversidad situacional de eventos y hechos donde se involucra la acción humana,
es imposible de procesar por la mente humana y posiblemente por algún invento
tecnológico de hoy. Este hecho siempre me ha despertado inquietud para imaginar
la frase “Dios está en todas partes y puede ver toda la actividad del universo”.
Fue Pirron de Elis 360 AC, quien
inicia con el “escepticismo”, la creencia en la necesidad de “suspender el
juicio” sobre la realidad denominada “Epojé” , para lograr un estado, en el
que sea imposible negar o afirmar algo, ya que sólo de este modo, puede llegar
a conocerse la realidad sin prejuicios; que luego Husserl, desarrolla con la
suspensión del conocimiento en la esfera de la conciencia inmanente, junto a la
reducción fenomenológica; para avanzar
en la filosofía trascendental pos kantiana y fundar una escuela de
fenomenología trascendental, con la cual intentar responder a la pregunta: ¿Cómo
puedo, a partir de una experiencia subjetiva, ( mis percepciones y creencias)
dar fundamento al conocimiento de una realidad objetiva, externa a mí?.
La respuesta nos sitúa en la
reflexión obligada ¿Puedo procesar toda la información recibida por medios
digitales, electrónicos, lecturas de libros e intercambios sociales? Y Luego, ¿Es esta información la
correspondiente a toda la realidad que necesito procesar para comprender la
totalidad de la realidad externa a mí?
De estas respuestas, viene la
necesidad de comprensión de la realidad social no solo al interior de nuestro país,
ciudad, región y grupos de relación, sino también de nosotros con el mundo y
del mundo con nosotros. Sin embargo, no hay duda de que experimentamos como una
propiedad de valor, el conocimiento parcial e insuficiente de la realidad que
tenemos y no pocas veces, lo creemos y consideramos, una verdad definitiva,
convencidos de poseer la razón en algo. Parece entonces, que la sociedad de hoy,
se expresa sobre relaciones de intercambio incapaces de ser entendidas como
aproximaciones que requieren ser compartidas para asignarle un valor de mayor
importancia y trascendencia; un saber válido intrínseco, al mejor
aprovechamiento de todos; aspecto este por ende, impulsor de estados mentales,
creadores de percepciones de interioridad psíquica como emociones y patologías de la
conducta, que sólo pueden ser controladas por un gran esfuerzo de dominio de esta
ignorancia aprendida y constantes cuotas de adaptación y autodominio de una
interioridad espiritual intrascendente, ya que es imposible lograr un estado de
satisfacción más o menos estable y menos aún, de una duración sana de los
procesos de pensamiento y mentalidad. Como notaría Popper, poner atención significativa
a los procesos de la mente.
Dicho en otras palabras, vivimos
un momento de la potencialidad humana, en la que la misma fuerza de la energía
informativa y comunicacional, es el obstáculo para la construcción de la misión
de la propia naturaleza humana, y sentido de las transformaciones evolutivas,
consistente en la “creación de orden”, verdadera esencia del proyecto
teleonómico que justifica la presencia del ser humano sobre este mundo tan
complejo. Por eso la educación es tan necesaria a los fines de uniformizar los
criterios de los intercambios y la toma de decisiones que afectan a las
colectividades.
Nuestra existencia, tiene como finalidad, la “creación
de orden”. No hay duda. Pero al mismo tiempo, nos hemos empeñado en negar y
anular nuestras posibilidades con la permanente disposición al populismo, a la
confrontación y a la polarización de los intercambios sociales, obstaculizando
el diálogo y el consenso como la conducta ajustada a la creación de orden, por
la obligada acción política que implica, la consideración de los demás para la
toma de decisiones colectivas.
El momento de hoy, nos muestra la
necesidad de acuerdos fundamentales para superar las dificultades y el flujo
informativo y la dispersión comunicacional, lo dificulta. Una nueva Epojé a la
Ataraxia del orden. Necesitamos una conciencia del liderazgo sobre la
participación, una lucha contra el autoritarismo y la confrontación política.
La transformación que reclama el mundo es un nuevo orden: basado en el acuerdo
y el consenso para nuestra convivencia libre como suprema referencia de la
existencia. Es la hora de que el nuevo orden mundial impacte de manera
determinante al liderazgo nacional de Venezuela, para entender la urgencia de
tener un proyecto meliorista de país y sociedad, con una población unida y
comprometida para ese logro a largo plazo.
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